La soledad y los golpes apenas normales de llevar una vida en la calle, lejos de toda comodidad y en la que la normalidad es de contrastes, frío en exceso y calor insoportable, llevaron a David Estiven Trimiño a buscar apoyo o, al menos, alguien que le permitiera un momento de desahogo en el cual librar un poco sus cargas. Decidido, desde bien temprano estaba a la espera de que se abriera la primera puerta del ala sur en el primer piso del CAM donde, según había escuchado en voz de algunos de pares, podía encontrar algo de abrigo.
David Estiven, lleno de valor, ingresó de primero a la Secretaría de Desarrollo social donde según él ya la cosa pintaba bien, pues una amable chica, de talla media y una sonrisa genuina, le preguntó “¿En qué puedo ayudarle señor?”, a lo que él respondió: tengo hambre, niña.
Frente a esta oportunidad, la funcionaria procedió a invitar a David Estiven a permitir una caracterización y a verificar sus derechos civiles en torno a sí contaba con documento de identidad, derechos en salud; es decir, si tenía afiliación al sistema general de seguridad social en salud en el régimen subsidiado y, además, a verificar si David presentaba consumo de sustancias psicoactivas, a lo que él accede motivado por la posibilidad inmediata de calmar su hambre. Este día la secretaría dio un primer paso en lo que sería el cambio de vida en positivo de un hombre que solo suma 23 años de edad.
Con este primer encuentro, David asegura, ve una luz al final del túnel, que si bien ese día no lo cubrió en su totalidad, sí sirvió de faro para saber a dónde regresar cuando tuviera un segundo impulso, que de hecho no tardó mucho en llegar.
Tres días después, producto de la indolencia humana, David despierta de un profundo sueño, luego de recibir una paliza según él, de manos del dueño de una panadería por ocupar la acera de enfrente del establecimiento comercial.
Sangrando y visiblemente afectado en su integridad física y emocional, Estiven regresa en busca del auxilio del equipo del programa de Habitante de Calle de la Alcaldía de Armenia. Convencido de que “Dios aprieta, pero no ahorca” dijo. Sabía que algo podían hacer por él en este lugar y la vida le dio la razón, pues en breve encontró un equipo compuesto por una psicóloga, una trabajadora social, y un administrador público que iniciaron la ruta de atención y acompañamiento.
33 personas en habitanza de calle recuperaron sus servicio de salud gracias a la alcaldía
Como David Estiven, en lo corrido del 2021, este equipo de profesionales le ha devuelto, con pequeñas acciones que generan grandes cambios, la esperanza a un buen número de armenios. 33 habitantes calle han logrado reactivar sus servicios de salud. 27 más que andaban las calles indocumentadas, hoy cuentan con una identificación que los presenta oficialmente como ciudadanos colombianos, y 31 más han sido vinculados al Programa Colombia Mayor y, ahora, reciben mes a mes una mesada que en algo facilita sus días.
Durante el proceso de acompañamiento en la atención y recuperación en la Clínica Central, el equipo de atención, producto de la confianza ganada con David, logró que manifestara interés en iniciar un proceso de desintoxicación por lo que de manera inmediata se activó la ruta para que fuera remitido al Hospital Mental de Filandia, para que iniciara un tratamiento voluntario.
Hoy David asegura que su vida ha cambiado, vendiendo dulces en los parques recoge para pagar una habitación y protegerse de la vulnerabilidad que representa estar todos los días en las calles. Trata de vestirse mejor, porque el aspecto, dice, espanta a las personas que le pueden comprar, hoy siente que, pese a que sus posibilidades económicas son escasas, puede llevar una vida digna y comenta que agradece que, en su peor momento, Dios le mostró el lugar y las personas con las que pudo aliviar sus cargas.