Nhora Elisa Vélez, quien actualmente hace parte de la Oficina Gestora de Paz de Armenia, es víctima del conflicto armado. Fue reclutada a los ocho años de edad en Génova, Quindío, por la guerrilla de las Farc; se reintegró a la sociedad a los 16 años en el Tambo, Cauca, y hoy en día es la representante legal de la Asociación Comunitaria de Desplazados de Armenia, Asocodear, coordinadora de la Mesa Municipal de Víctimas del Quindío e integrante de la mesa nacional de esta población.
Todo lo anterior es solo un fragmento que resume el trasegar de una mujer que, pese a todas las condiciones adversas que ha tenido que vivir, las ha superado con firmeza, tesón, resiliencia y la firme convicción de creer en su liderazgo y en las segundas oportunidades.
“Siempre que recuerdo ese momento me lleno de tristeza, porque éramos una familia totalmente vulnerable y en pobreza extrema. Yo estaba con mi hermanito de nueve años (yo tenía ocho), recogiendo leña en la vereda San Juan, en Génova. De repente, nos abordó un grupo de hombres, que nosotros creímos que eran campesinos y nos ofrecieron una lata de fríjoles; nosotros la aceptamos y nos dijeron que debíamos seguirlos”, recordó Nhora.
La tierra de Tirofijo
“Caminamos muchísimo, llegamos a un punto donde nos separaron, y en ese momento supe que algo malo estaba pasando. Después de otro largo trayecto llegamos donde alguien, que sacó un cuaderno de pasta Norma, me preguntó mi nombre y otra persona informó que a partir del momento yo hacía parte de la familia. Me entregaron unas botas plásticas talla 40 (porque mis zapatos estaban llenos de rotos) y ahí descubrí que se trataba de un reclutamiento”, manifestó la mujer.
De acuerdo con su relato, fueron momentos muy difíciles los que pasó en ocho años de reclutamiento. Aprendió a leer y a escribir al calor de una vela en el monte, y a los 16 años, cuando existía la ruta de protección frente al reclutamiento forzado del ICBF para niños, niñas y adolescentes, decidió reintegrarse a la sociedad en el Tambo, Cauca.
El reto: conseguir ser aceptada en la sociedad
Un nuevo conflicto se avecinaba en la vida de Nhora, a partir del momento en que se reintegra a la sociedad debe buscar la aprobación. El primer choque: el rechazo de su familia quienes la acusaban del asesinato de sus cuatro hermanos, dos en manos de las Farc y los otros dos, de los paramilitares.
Sin embargo, consiguió ubicarse en actividades del campo en Sevilla, Valle. Llegó en el 2003 al Quindío, huyendo de una nueva amenaza por parte de alias HH, excombatiente del bloque Calima, quien dio la orden de asesinarla. “Esa noche salí con un costal después de sufrir múltiples ultrajes por parte de los paramilitares. Llegué al Quindío sin conocer a nadie. Fueron tres meses de hambre y sufrimiento, pero a medida que empecé a conocer la ciudad todo fue cambiando”, dijo.
Las oportunidades de la Mesa de Víctimas
Nhora cuenta que conoció a una persona que también fue víctima del conflicto, quien le enseñó las rutas para presentar la declaración ante la Unidad de Víctimas: “si bien las ayudas tardaron un poco, por fin empezaron a llegarme. Empecé a asistir a las reuniones y a conocer la alcaldía y la gobernación. Cinco años después tengo diez diplomados en el proceso y soy uno de los referentes de víctimas en el departamento y a nivel nacional”, informó.
Está agradecida con los mandatarios que han abierto sus puertas para que las víctimas del conflicto armado y los excombatientes le aporten desde su experiencia a la comunidad: “lo que le sucede al interior de estos grupos a los niños, niñas y adolescentes es muy fuerte, los castigos y los consejos de guerra son experiencias que no deseo que nadie más experimente, por eso, desde mi trabajo diario contribuyo con el mejoramiento de la calidad de vida de esta población; y les enseño para que esta historia del reclutamiento de infantes, no se repita”, puntualizó.