Desde el 2016, la Secretaría de Salud implementa la estrategia Centro Escucha para la reducción de riesgos y daños para personas que se inyectan drogas, con dos objetivos: mitigar el impacto negativo del consumo de SPA inyectadas, la transmisión de enfermedades de hepatitis B y C, VIH y Sífilis; y contribuir con su inclusión social, logrando en cinco años la reducción del uso compartido de jeringas del 46,3 %, según estudio del 2014, al 29,1 % de acuerdo a estudio del 2021.
Asimismo, el 60 % de las personas que se inyectan han sido tamizadas con pruebas para detección oportuna, con diagnóstico del 30,7 % y tratamiento en el 19,5 %, mitigando así los daños y ralentizando la velocidad de contagio de estas enfermedades.
Con esta estrategia del Centro Escucha se ha mejorado en la disposición adecuada del material higiénico de inyección, por los riesgos de punción accidental que representa para la comunidad. Hoy, el 63 % retorna las jeringas a la estrategia, comparativamente con lo observado en el año 2014, cuando sólo el 17.8% de estas personas las depositaban en las canecas de basura.
En articulación permanente con las EAPB e IPS con programas de sustitución por metadona, se realiza la gestión necesaria a las personas que manifiestan intención de cambio, por ello, según el estudio del 2021, el 77,1 % de las personas que participaron manifestaron que sí se les canaliza a tratamiento. Del mismo modo, el 86,6 % de las personas que se inyectan drogas han sido atendidas en alguno de los programas, bien sea de reducción de daños o metadona.
Más avances
Para reducir el riesgo y la velocidad del contagio de enfermedades transmisibles por vía sanguínea, la persona que se inyecta drogas accede diariamente a material higiénico para disminuir el riesgo de contagio de infecciones como el VIH, las hepatitis virales, la sífilis, entre otras patologías.
De forma permanente se hacen pruebas rápidas de diagnóstico para canalizar a los usuarios al sistema de salud, toda vez que la mayoría de ellos ya están afiliados. En su IPS reciben confirmación o descarte de diagnóstico y, en caso de ser positivos, se da acceso a tratamiento para cualquiera de estas infecciones.
También se desarrollan acciones de psicoeducación para favorecer cambios de comportamiento en sus prácticas de venopunción y en todo lo relacionado a su consumo.