Oscar Castellanos Tabares le puso la cara a las encuestas. Aprovechó la oportunidad para recordarle a los armenios en qué condiciones recibió el municipio en septiembre 2018, como designado, más no como elegido en las urnas y le pidió a los ciudadanos que no pueden olvidar que tuvo que remplazar en el cargo a un mandatario que hoy está privado de la libertad y a su vez, a su antecesora en iguales circunstancias, por actos de corrupción, unos ya comprobados y otros por establecer.
“Igualmente es bueno tener en cuenta que los cinco meses de interinidad en el puesto, una vez fue suspendido el titular, con alcaldes encargados, fue fatal para la ciudad. Eso terminó por profundizar los problemas, porque en ese lapso se actuó como si no ocurriera nada cuando el barco se estaba hundiendo. Por ejemplo, se siguió contratando como si nada, cuando el recaudo de los impuestos predial e industria y comercio bajó casi a cero, ante el desfalco de la valorización”, recordó.
Admitió que tuvo que ser muy prudente con la enorme tragedia financiera encontrada, porque sacarla a la luz pública le habría costado al municipio muy caro, como la real pérdida de la categoría y la no renegociación de la deuda que recibió por $62 mil millones más un déficit en recursos propios de $7.000 mil millones. Se trataba de una cuestión reputacional. No se podía ser irresponsable. “Las consecuencias fueron evaluadas en su momento, incluso muchas personas me insistían que renunciara, pero alguien tenía que hacer el trabajo y lo hice yo, lo digo hoy con orgullo y sin ningún temor a equivocarme”, agregó.
Castellanos Tabares reiteró que no se puede creer que cambiar el alcalde significaba borrar todos los problemas, olvidarse de sus efectos y arrancar de cero. NO. “Encontramos estructuras internas que las autoridades ya están desvelando como el tema de la gasolina, los repuestos y otras más, que investiga la Fiscalía. Llegar a hacer un revolcón al interior del CAM para evitar que eso siguiera ocurriendo, no fue fácil”, dijo.
Finalmente, el alcalde saliente de Armenia reiteró que su trabajo en los últimos quince meses no estaba enfocado en generar un trampolín político a futuro que le diera popularidad, sino que entendió muy rápido que debía hacer hasta lo imposible para recuperar la ciudad de los graves problemas no solamente de presunta corrupción en algunos renglones, sino de negligencia, malos enfoques jurídicos, errores técnicos, administrativos, más la indiferencia oficial. “La historia se encargará de juzgarme. Las cifras certificadas en las finanzas que entrego no mienten, están a luz pública. Invito con respeto a la opinión pública a que las discutamos con altura y sin sesgos ideológicos, políticos y menos personales”, puntualizó.